Rafael Marín
Según el historiador Manuel Caballero, se puede ser Leninista sin ser Marxista y se puede ser comunista sin ser Marxista ni Leninista. De hecho, Marx fue primero comunista y solo cuando desarrollo su teoría del socialismo científico, distinto al socialismo utópico, a través de una interpretación materialista y dialéctica de la sociedad, del estado y la economía, comenzó a ser Marxista; el Leninismo es fundamentalmente una teoría estratégico-organizacional y un análisis de la esencia revolucionaria de la dialéctica Marxista como ciencia, según Lenin, acerca de las leyes generales del movimiento del mundo y del pensamiento humano; la combinación de ambas visiones se denomina Marxismo-Leninismo. Por su parte Mao en sus cinco tesis filosóficas formula una concepción auténticamente china del Marxismo, distinta del Leninismo, en las que denuncia el subjetivismo, el dogmatismo y en empirismo en el partido comunista chino y las contradicciones con la ley fundamental de la dialéctica materialista e igualmente propone un modelo para la propaganda y la lucha revolucionarias; mientras que Trotsky siendo marxista-leninista cróo una brecha insalvable con la concepción del poder y de la economía de Stalin, pero igualmente autoritaria (su pleito con Stalin le costó la vida) y ya moribunda la Primera Internacional Socialista (creada en 1864 por Marx, Engels y Bakunin) se produce la gran ruptura reformista impulsada por Bernstein y emparentada con el socialismo democrático alemán, con el francés, el italiano y el español, aunque estos tres últimos hunden sus raíces en posturas socialistas pre-marxistas.
En el caso de nuestro partido, al definirnos como “un bloque de clases populares” nos colocamos a distancia de los partidos marxistas-leninista, trotskista, maoísta y anarquista, los cuales adoptan en su composición social la condición de organizaciones mono-clasistas (del proletariado) e igualmente nos diferenciamos del Nacional Socialismo, del Fascismo y del Falangismo, integrados por corporaciones (gremio de industriales, grandes comerciantes, latifundistas, militares, profesionales reaccionarios, altos jerarcas religiosos, brigadas de choques militarizadas etc.) cuyo objetivo es el establecimiento de un estado totalitario y jerarquizado controlado por un partido único, en eso se asemejan a los partidos comunistas; igualmente nos diferenciamos de los partidos conservadores y de derecha, tanto los de viejo como los de nuevo cuño, porque son estructuras que giran en torno a un caudillo o a una individualidad, no ejercen democracia interna y representan interés de las oligarquías nacionales o internacionales, a diferencia de nosotros quienes postulamos una dirección colectiva, ajena al individualismo y al caudillismo en el marco de una democracia interna consciente y disciplinada; además aspiramos a concitar la adhesión de obreros, campesinos sin tierra, pescadores artesanales, etnias indígenas, pequeños comerciantes, trabajadores de la economía informal, profesionales empobrecidos y preteridos, intelectuales progresistas, estudiantes, jubilados y pensionados, personas de la tercera edad ignorados y en estado de pobreza, trabajadoras domésticas, población marginal en situación de extrema pobreza, miembros de la comunidad sexo-diversa; en definitiva todos los sectores sociales segregados y olvidados tanto por las oligarquías, como por un régimen, que luego de haberse proclamados como el socialismo del siglo XXI (nombre robado al sociólogo mexicano-alemán Heinz Dieterich, quien por cierto marcó distancia del chavismo denominándolo estafa histórica) se ha convertido un bodrio ideológico, más cercano en sus prácticas al fascismo que al socialismo; autoritario, represivo, anti obrero, anti democrático y corrupto.
En Venezuela no es viable un partido mono-clasista que excluya a otros sectores, distintos al proletariado, pero igualmente afectados por la pobreza y por la pobreza extrema, además el derrumbe del aparato productivo industrial, la destrucción de las grandes empresas del estado, por ejemplo PDVSA, las adscritas a la CVG, etc., la disolución del movimiento sindical harían de un partido solo integrado por obreros un movimiento con serias limitaciones para conquistar el poder político; es igualmente inviable para nosotros, por razones ideológicas, un partido corporativista, el cual solo privilegiaría a las clases poseedoras del gran capital y a estamentos excluyentes, históricamente vinculados a la explotación de los eslabones mas débiles de la cadena social.
Hoy en nuestro país la lucha es contra las oligarquías que aúpan la anti-política, la polarización, las salidas de fuerza y la intervención militar en nuestro país de potencias imperiales y también contra un régimen que administra un estado patronal, el cual monopoliza o liquida la estructura productiva, persigue y encarcela a los obreros que reclaman su derechos y reivindicaciones, se apropia y dilapida la riqueza nacional, pone en peligro la soberanía del país, facilitando por desidia o complicidad el control de extensas franjas fronterizas por el narcotráfico, la guerrilla colombiana y hasta por las fuerzas armadas de Colombia, y porque no ejerce con contundencia actos soberanistas sobre el territorio Esequibo, permitiendo que Guyana entregue concesiones petroleras en nuestro mar territorial y como si fuera poco el gobierno ha guardado sospechoso silencio sobre el supuesto otorgamiento de una concesión por 20 años sobre un millón de hectáreas agrícolas a Irán, país de vocación imperial y guerrerista, histórica y culturalmente distinto al nuestro; en definitiva un régimen y un estado voraz, el cual minimiza al ciudadano e intenta manipular a la población con mendrugos, dadivas y limosnas con el fin de eternizarse en el poder.
Un partido como el nuestro, con vocación de poder, esta obligado a un desarrollo organizativo, novedoso y racional, que nos permita tener presencia hasta en el ultimo rincón de la geografía nacional, con una dirigencia esclarecida, comprometida con las luchas populares, apuntando siempre a convertirnos en un partido de masas con capacidad para movilizar a las clases populares y apoyarlas en sus justas luchas reivindicativas.
Cuando seamos una organización nacional y de masas estaremos en las puertas del poder; por eso nuestro trabajo y nuestra consigna hoy es organizarnos, atraer con nuestro discurso y nuestra solidaridad al pueblo e incorporarlo a la militancia partidista, además participando con el voto en todas las instancias de poder.
Debemos convertirnos en la esperanza democrática de Venezuela.