Este año 2021 tendremos elecciones. No está definida la fecha ni si serán para gobernadores y alcaldes, o si también se elegirán legisladores a los Consejos Legislativos Estadales y concejales. Esas serán de las primeras decisiones que las nuevas autoridades del Consejo Nacional Electoral tendrán que tomar.
Lo que sí pareciera estar claro es que a medida que pasen los días tendremos más partidos políticos participando, más candidatos postulándose y más llamados a votar. Ya no seremos sólo quienes siempre hemos activado a favor de la participación y el voto como herramientas para expresar nuestras preferencias y promover el cambio. También estarán haciendo campaña quienes hasta ayer se mantuvieron al margen llamando activamente a la abstención o jugando a la cuerda floja para quedar bien con Dios y con el diablo.
Algunos seguirán denunciando que todo es un fraude, que no vale la pena votar, que los partidos y dirigentes que se postulen son unos corrompidos colaboracionistas. En fin, continuarán en el discurso que otros abandonaron porque se dieron cuenta que no tenían razón, aun cuando no hayan reconocido sus errores o que se hayan hecho los locos al no pedir excusas por haber ayudado al continuismo enfriando la participación o absteniéndose. Lo cierto es que ahora estarán del lado de la campaña electoral, del voto.
El aumento de la participación popular a su vez detonará la aparición de voces violentas, desesperadas y contrariadas ante la incorporación de variados grupos a la jornada electoral. Aparecerán en escena, que para ellos es copar las redes sociales, para advertirnos que la salida política es imposible ante la dictadura que dicen combatir. Repetirán sin cesar que lo electoral es de bandidos y sinvergüenzas que andan buscando un puestico. Ya ese mensaje lo hemos escuchado a lo largo de décadas.
Para ellos hay que ir más allá de la fracasada abstención. Lo institucional es una basura. La democracia se rescata a plomo limpio. A ese llamado a matarnos es lo que llaman ser aguerridos y auténticos. Este mensaje proliferará, por supuesto, bajo el anonimato, a menos que sean los valientes voceros de golpes de Estado y de subversiones armadas que desde Miami o desde España seguirán instigando a la violencia a diario para no perder su sitial de los más fieros adversarios del gobierno.
Se incrementará el discurso de odio, recordándonos lo vergonzoso que es coincidir con la ruta, en este caso electoral, que ha tomado el enemigo, que es como llaman a cualquier venezolano que piense distinto.
¿Cuál democracia será esa que se proponen rescatar? ¿Es que acaso la democracia puede operar sin convivencia, sin tolerancia, sin el reconocimiento del otro? ¿Es que acaso se puede ser demócrata tratando de enemigos a otros simplemente por pensar diferente y tener otras ideas políticas? Esa confrontación extrema y total que proclaman esos sectores es la savia de los regímenes políticos de exclusión, en los que el aniquilamiento del contrario garantiza el funcionamiento del sistema.
Los demócratas tendremos que insistir que la Democracia sólo existe mediante la paz, la cohabitación y el respeto por las diferencias.
Desde Soluciones para Venezuela participaremos activamente en estas elecciones, postularemos mujeres y hombres comprometidos con cambios por los que el país clama. Seguiremos buscando entendimientos y acuerdos, explicando al país que dialogar no es claudicar, es comprender que no vivimos solos en esta tierra y que Venezuela es de todos, no sólo de quienes tienen el poder político o de quienes lo procuran por la violencia, a la que toman por heroísmo para ocultar su arbitrariedad.
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Publicado en Ciudad CCS el 3 de mayo de 2021.