El ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania, por intermedio de Christofer Burger, declaró que no reconocía a Guaidó como presidente interino de Venezuela. Esa ya era la clara posición del Consejo de Estado de la Unión Europea.

La realidad se impuso. Esa presidencia provisoria fue una estafa impuesta por una élite que recibió multimillonarios apoyos en dólares, más muchos otros millones disfrazados de ayuda humanitaria, codeándose con gobernantes extranjeros interesados en meterle el diente a las riquezas venezolanas.

Los alemanes se han desmarcado de movimientos mafiosos a los que no podían seguir haciendo sombra. La derrota de Trump y su salida por la puerta trasera les brindó el momento oportuno y, al requerírsele las razones del desconocimiento de Guaidó, la respuesta de Burger fue “la situación ha evolucionado”.

Alemania aprovechaba esos resultados electorales para tomar distancia de la política exterior norteamericana y las relaciones con Venezuela eran un mecanismo directo y claro para dejar eso sentado.

La “evolución” de las cosas era palpable. La distensión política se fue imponiendo por encima de conspiraciones y de la podredumbre que quedó en evidencia con la entrega de CITGO, de Monómeros, del oro venezolano en bancos europeos, y de la antipatriótica diligencia de quienes pidieron bloqueo económico contra su propio país.

La paciente labor de la Mesa de Diálogo había derrotado las intenciones de sepultarnos bajo la violencia y la guerra civil. Se celebraron elecciones ampliamente promovidas y supervisadas. Se instaló una nueva Asamblea Nacional. Se derrumbaba el templete institucional que servía a la farsa de la presidencia provisoria y a los negociados que allí se produjeron.

El necesario diálogo ahora se ha fortalecido con la intervención de la nueva Asamblea Nacional. Ya no son sólo partidos de oposición democráticos y el gobierno dialogando en medio de las acciones antinacionales de la extinta Asamblea Nacional y de “gobernantes provisorios” al calor de la injerencia extranjera.

Ahora el país sabe que dialogar es lo patriótico y que siempre fue lo correcto. En días pasados rectores de universidades públicas y privadas, al igual que directores de Institutos Tecnológicos, empezaron a buscar acuerdos concretos con la Comisión de Diálogo de la Asamblea Nacional. Convinieron hacer seguimiento a los primeros intercambios sobre acciones conjuntas para enfrentar la pandemia del COVID 19 y el bloqueo económico. Dieron prioridad a la preparación de una Ley de Universidades que responda a los nuevos tiempos.

Ya era demasiado tiempo sin prestarle la debida atención al justo reclamo de las universidades. Se ha hecho lo correcto al poner sus aspiraciones en el centro de la agenda parlamentaria.

También sostuvo esa Comisión del Diálogo un encuentro con Fedecámaras en el que se trataron con franqueza los temas de las disminuidas libertades económicas, la urgencia de recuperar la confianza que haga posible las inversiones nacionales y la necesidad de promover el diálogo tripartito incorporando a los trabajadores.

Desde Soluciones para Venezuela hemos planteado la urgente necesidad de desbloquear internamente la economía, por eso apoyamos los reclamos de simplificar trámites administrativos, de un ordenamiento legal para sacar del camino elementos que asfixian la actividad productiva y que en la reactivación de los activos públicos se les dé amplia participación a los empresarios venezolanos.

Celebramos esta nueva relación entre la Asamblea Nacional y nuestras universidades. Es menester definir para ellas un fuerte apoyo presupuestario, acompañado de una estrategia de respaldo de las universidades a la producción agropecuaria e industrial.

Aplaudimos la orientación que Ricardo Cusanno está dando a su gestión al frente del empresariado, deslindándose de quienes satanizaron el diálogo entre los factores de la producción y el gobierno, para sentar bases de gobernabilidad que a todos convienen.

Llamamos a los parlamentarios a no descansar en el empeño de interpretar cabalmente los reclamos y aspiraciones de sectores preteridos por cúpulas políticas que han creído que el país les pertenece sólo a ellas. Hay que continuar en ese camino de inclusión y apertura.

Universitarios, empresarios y políticos ya no temen dialogar. Estamos cambiando.

Claudio Fermín
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Publicado en Ciudad CCS el 1 de febrero de 2021