La cultura de la conspiración sigue viva y coleando. Desde el movimiento de Gual y España caló hondo en la política venezolana. Cada quien le ha encontrado justificación a su manera. Unos grupos la asumieron como la urgencia de cambios que ya no aguantaban más. Otros la justificaron como mandato de la dignidad y la ética que reclamaban imponerse sobre traiciones y corruptelas. No han faltado quienes transitaran ese camino con el argumento de salvar a la patria de tutelajes extranjeros.
De cada una de esas conspiraciones han quedado hondas heridas que se creía que el tiempo cerraría y cicatrizaría; pero tercas herencias familiares, lealtades, el espíritu de cuerpo y las cuentas por cobrar prestas a presentarse en cualquier momento de debilidad del poderoso, han hecho brotar venganza tras venganza y así nuestro país se volvió por más de doscientos años un ir y venir de retaliaciones, un boceto de antinación impulsado por distintas camadas de dirigentes que ponen a un lado la estabilidad y la paz por la inmediatez y sus ambiciones.
Los últimos años no han sido excepción. Bajo la tesis de recuperar el sistema electoral y adecentarlo se llama a la abstención. Con multimillonarias campañas propagandísticas y el uso de refinados mecanismos de comunicación se proclama que la ventaja del común es no votar; que su aporte es no participar y que los gobiernos se debilitan y se cambian si sus oponentes no le ganan elecciones. Esas disparatadas y regresivas ideas, aunque cueste creerlo se han propagado en pueblos, barrios y caseríos por doquier.
Creen estos conspiradores que, alejando al pueblo de las decisiones políticas, lo que buscan con la abstención, debilitan a quienes ejercen el poder. Buscan así ensanchar la distancia entre ciudadanos e instituciones; creando y ahondando un vacío del que se beneficiarían porque a la par promueven y organizan la desestabilización de la Fuerza Armada y el aislamiento del país de la comunidad internacional.
Han reclamado y buscado sanciones, sustentando un perverso sistema intervencionista que asigna a otros países la cualidad de tribunal para dirimir las controversias internas y enjuiciar venezolanos. Conformaron una Asamblea Nacional que entregó parte del patrimonio patrio, la empresa Citgo y reservas de oro entre otros, a potencias extranjeras. Se han encompinchado con políticos extranjeros para impedir que Venezuela venda su petróleo y para negarle a nuestro país financiamiento de proyectos de los que urge el aparato productivo.
Promover la abstención y diligenciar el bloqueo económico contra el país han sido el día a día de esta conspiración. Quitarle al pueblo su derecho al voto ha ido de la mano con negarle recursos al Estado para atender los justos reclamos de servicios públicos y de reactivación de la economía.
Ha sido una conspiración criminal.
En Soluciones para Venezuela mantenemos desde siempre una firme posición contra estos crímenes que son sólo un atajo para quienes buscan con obsesión y locura el poder, a costa de lo que sea. No les importa la participación del pueblo ni creen en la inclusión de todos para la toma de decisiones. Por lo contrario, mantienen una élite, cada vez más pequeña y apartada de la realidad, pero muy poderosa, que se ha asociado con el nefasto gobierno de Trump para con ellos adueñarse de Venezuela.
No les importa la estabilidad del país ni la confianza que necesitamos ofrecer a inversionistas nacionales y foráneos para recuperar la agricultura, la pequeña y mediana industria, la industria petrolera y el turismo. Lo que buscan es desestabilizar al país, promover la confrontación extrema y fomentar implosiones sociales. Buscan el caos para llegar al poder.
A esas acciones perversas y antivenezolanistas nos hemos opuesto en Soluciones para Venezuela. Hemos sido claros y firmes. No titubeamos. Tampoco hacemos cálculos a la hora de defender la soberanía y la dignidad del país. Para nosotros Venezuela va primero.
Buscamos el cambio para bien, el cambio para la estabilidad política y sacar a Venezuela de esta incertidumbre permanente a que nos ha traído la confrontación extrema. Queremos el cambio para el reencuentro y para la reconciliación, mientras otros sólo viven para la aniquilación del contrario.
Somos activistas sin desmayo por la paz política. Fomentamos aproximaciones, acuerdos y entendimientos por el bien de Venezuela. Otros conspiran contra el país, anclados en sus viejas tesis de confrontación, todas ellas modalidades de segregación social.
Por la paz, por la estabilidad política y el reencuentro entre los venezolanos, por un cambio inteligente de relaciones políticas que acabe con la confrontación extrema y dé paso al pluralismo y al entendimiento, por un gran acuerdo nacional que recupere la economía y abra paso a la rectificación en la administración de servicios públicos hoy abandonados. Por todo eso llamamos a votar el 6 de diciembre. Vamos a votar. Vamos a hacerlo por Venezuela.
Claudio Fermín | @claudioefermin
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Publicado en Ciudad CCS el 7 de septiembre de 2020