La tensa situación generada por la confrontación extrema ha tenido entre otros componentes la de los presos políticos. Guarimbas de una parte e intervención de activistas armados disfrazados con el nombre de colectivos por la otra parte. Intentos de homicidio con drones y robo de armas e insurrecciones militares, por un lado, y fuerte represión y abultamiento de la cifra de presos políticos desde el otro extremo.

La sociedad venezolana ha estado pendiente de esos casos de privados de libertad por profesar ideas consideradas subversivas por quienes ejercen el poder, o por haber estado incursos en acciones contra el orden público con intención de desestabilizar el orden político. Van desde manifestantes que tiraron piedras, o quienes divulgaron mensajes de textos críticos del Gobierno, hasta participantes en golpes de estado y otros acusados de intentos de magnicidio.

Comprometidos con el pleno ejercicio de las libertades públicas, la estabilización del país y la reconciliación entre los venezolanos, en Soluciones para Venezuela hemos trabajado en la Mesa de Diálogo para la liberación de presos políticos que han cumplido su condena, de quienes teniendo boleta de excarcelación de un tribunal siguen encarcelados, de quienes son inocentes de lo que se les acusa y de quienes por razones humanitarias y de salud requieren estar en sus casas asistidos por sus familiares.

Hemos logrado en la Mesa de Diálogo la excarcelación de casi un centenar de personas en esa injusta situación. Seguimos insistiendo y no vamos a desmayar en esa tarea en beneficio de la justicia y del clima de distensión que el país necesita.

Pero no son los presos políticos los únicos que merecen nuestra atención. Miles de venezolanos viven un calvario en las cárceles y en los retenes de diferentes cuerpos policiales, convertidos en depósitos de seres humanos tratados como despojos. Para con ellos nuestra solidaridad y en su nombre esta nota de protesta y de reclamo.

Es una situación común que en el mismo calabozo unos coman mientras otros defecan. Lo del debido proceso que la Constitución garantiza es hoy una mueca y en vez del breve tiempo estipulado, los presos pasan años sin juicio. No uno ni dos. Muchos años sin juicio. Jueces irresponsables y fiscales corrompidos se comportan como si esa anomalía no existiera y el sistema judicial en su conjunto voltea hacia otro lado. Jueces y magistrados, quienes han reaccionado contra ese atropello están perdiendo la batalla contra la corrupción judicial.

Es frecuente que algún fiscal o juez con cara de yo no fui se encuentre con familiares de los presos y comente privadamente, después de tres o cuatro años, que su preso nada tuvo que ver con lo que se le acusa, pero que no depende de ellos. Ese tipo de descarada ofensa se mezcla con los maltratos cotidianos de impedir que los familiares les pasen café, jugos y hasta comida a los reos. Las humillaciones y vejaciones son de todo orden, incontables.

Culpables o inocentes, los reclusos merecen un trato humano y digno. Las esposas y madres de esas decenas de miles de presos se lamentan con rabia y dolor de no tener los dólares para que sus hijos y esposos salgan de prisión o para que sean tratados con respeto. Acuden a todas partes con sus ruegos y reclamos. A la Defensoría del Pueblo, a la Fiscalía de la República, a Magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, a gobernadores y alcaldes. Tocan la puerta de los políticos que conocen y el lamento colectivo de los familiares es que nadie los oye. Las dejan todo el día esperando y la respuesta siempre es que “el doctor no las puede atender”.

Desde Soluciones para Venezuela reclamamos que estos atropellos cesen y que sean corregidos. Vamos a luchar para tener representación en la Asamblea Nacional para que esta torcida justicia pueda enderezarse con la intervención de diputados que legislen para corregir esos hechos y que cumplan con la obligación de convertirse en contralores sociales de estas situaciones.

Para nosotros estar al lado de las familias de los presos y trabajar por la dignificación de la justicia es un compromiso irrenunciable.

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Publicado en Ciudad CCS el 20 de julio de 2020