Si hay algo que debatir en los actuales momentos es el futuro del país, porque no se pueden construir las bases sólidas de una sociedad con discursos encontrados y de choque, donde desde un lado y del otro constantemente se escuchan improperios, ofensas y chantajes. Los venezolanos estamos cansados de amenazas de violencia, de que jueguen con la estabilidad de la república proponiendo invasiones extrajeras. El país no aguanta más, por ello debemos propiciar un debate de altura, donde pongamos sobre la mesa todas las propuestas necesarias para nutrir las ideas, los proyectos, los discursos y las posturas que afiancen la soberanía, el bienestar, la paz y la seguridad de la nación y sus ciudadanos.
El diálogo sincero aparece en la escena política como una oportunidad para planificar el futuro y los cambios que el país necesita, porque este debe ser pensado en el beneficio de un colectivo y no en beneficio de individualidad alguna. Por supuesto que saldrán los mismos de otrora con toda su artillería mediática a tratar de minimizar y descalificar este nuevo intento de diálogo, sencillamente porque no son ellos, como ya lo han asomado.
Es por esto que las venezolanas y los venezolanos debemos darnos la oportunidad para dialogar y discutir la institucionalidad de nuestra sociedad y nuestra república , sin dejar de reconocer que la apertura y los puntos de encuentros son necesarios en nuestra dinámica social y política sin dejar de cuidar la posibilidad de que se cuelen situaciones salidas de las sombras y vestidas de levita que atenten contra el texto constitucional para aprovecharse de las circunstancias. Es necesario hacer todas estas consideraciones porque debatir el futuro de Venezuela es una cuestión muy seria y hay que planificarla como tal.
Veo con buenos ojos que este nuevo dialogo incluya a las universidades, a los empresarios, a los gremios, los sindicatos, a hijos del pueblo; eso da garantía de poner a resguardo todos los acuerdos.
Decimos que nunca es tarde para el diálogo. A pesar de los avances frenados en otras iniciativas de diálogo celebradas en Caracas con el Vaticano y la OEA, República Dominicana, Noruega y nuevamente Barbados. Consideramos que no fue tiempo perdido; por eso es que siempre hemos apostamos al diálogo.
Por supuesto, todos estamos claros que en la historia venezolana nunca ha habido una lucha dialéctica y una lucha política comparable a la que se produce en la actualidad, por eso la invitación es a entendernos, hablarnos, escucharnos porque el país asi lo requiere y lo necesita.
Nosotros estamos obligados a defender esta patria y seguir por las sendas trazadas por el destino, ni medias tintas ni medias aguas, sino venezolanistas y más patriotas que nunca. Los desafíos que tenemos por delante hay que enfrentarlos con coraje y valentía, porque el cambio es nuestro y debemos trabajar con esfuerzo y ahínco por lograrlo, pero eso sí, la vía es la electoral, la pacífica y la constitucional. ¡Qué así sea!
