Un proceso electoral libre, transparente y sobre todo confiable para todos los que soñamos con una Venezuela próspera, que le garantice a los ciudadanos la calidad de vida que merecemos, pasa obligatoriamente por la designación de nuevas autoridades del Poder Electoral, cuyo órgano rector es el Consejo Nacional Electoral. Guste o no, el nombramiento de otros rectores devolverá la credibilidad en el voto, consagrado como un derecho constitucional.

Precisamente, nuestra carta fundamental establece que para el 2020 deben celebrarse las elecciones de los diputados a la Asamblea Nacional; el mandato de cinco años de los parlamentarios, electos en 2015, vencerá en diciembre del próximo año. Valga la ocasión para destacar que, en las circunstancias actuales, cuando Venezuela está sumida en un profundo hoyo de miseria y corrupción, los comicios para escoger a los representantes del Poder Legislativo son más importantes que una elección presidencial.

Las elecciones parlamentarias, previas a la presidencial, surcan el camino para iniciar la necesaria reinstitucionalización de la República. La conformación de una Asamblea Nacional equilibrada con hombres y mujeres probos, honestos y capaces, permitirá el nombramiento de todos los integrantes de los poderes públicos nacionales que hasta el momento y por el infortunio político-partidista, se encuentran secuestrados por el gobierno de Nicolás Maduro.

Para nadie es un secreto que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), el Consejo Nacional Electoral (CNE), así como el Poder Ciudadano, compuesto por la Defensoría Nacional del Pueblo, la Fiscalía y la Contraloría General de la República, con todas sus instituciones adscritas, se encuentran en manos del chavismo y cumplen al pie de la letra las órdenes emanadas del Ejecutivo. La recuperación y salvación de Venezuela exige una verdadera independencia de los poderes públicos.

Lamentablemente, el sistema democrático en nuestro país se ha acabado con la práctica de una estrategia calculada y paulatina, donde los militantes de una sola organización política encabezan los poderes públicos. Este siniestro capítulo debe terminar para que se abran las puertas de la estabilidad, gobernabilidad y certidumbre.

Con un nuevo CNE, es vital que la población venezolana entienda que acudir a un proceso de elecciones parlamentarias no significa una trampa para que la gestión de Maduro gane más tiempo. Todo lo contrario, es la vía idónea y pacífica para imprimirle estabilidad al próximo gobierno de manera inmediata.

No perdamos más tiempo. Llegó la hora del cambio y tenemos que salir del actual régimen. Alertamos que el día después de las elecciones será un momento crucial debido a la falta de gobernabilidad. Pero si contamos con un parlamento que tenga una representación proporcional de las fuerzas políticas que existen en Venezuela, el gobierno perderá fuerza y poder.

Con un nuevo árbitro electoral que sea neutral y creíble, los resultados que arrojen las elecciones de la Asamblea Nacional, propiciarán un desgaste en el gobierno por las medidas que pudiera tomar. Son muy altas las probabilidades de que el Ejecutivo solo cuente con unas fuerzas políticas minoritarias en el Poder Legislativo, lo que le dificultará gobernar.

En este momento, las elecciones parlamentarias se alinean con la gobernabilidad y estabilidad política que demanda la población. Una nueva administración que represente a la mayoría de los venezolanos se convertirá en esa luz que apague progresivamente las penurias de nuestra Venezuela.

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Publicado el 9 de septiembre de 2019 en La Verdad de Monagas.