Por Franklin Martínez

Los extremos vuelven por sus fueros en las últimas horas, se acusan unos a otros de haber incumplido los Acuerdos de Barbados, por supuesto, los seguidores de cada polo hacen coro a sus líderes y le imputan la culpa al otro pero la verdad es que para la mayoría de los venezolanos nos resulta imposible saber quién incumplió, la razón: el contenido del acuerdo incumplido es prácticamente secreto, con un absurdo hermetismo, como si el país fuese propiedad de estas cúpulas y el resto de los ciudadanos debemos acatar en silencio los designios de rojos y azules.

Lo cierto es que la arbitraria inhabilitacion, ahora ratificada por el TSJ, de dirigentes (o, candidatos) del extremismo opositor, ha generado en activistas y dirigentes de ese sector una reacción tan lamentable como la utilización de los órganos del Poder Público para fines políticos de la que hace uso el Gobierno; las redes sociales se inundan de venezolanos implorando a los EEUU reactivar las sanciones a la industria petrolera; pero de la cabuya de los abusos del gobierno y el antinacionalismo de la oposición radical, los venezolanos ya tenemos varios rollos.

La hoy maltrecha industria petrolera venezolana, junto al esfuerzo de madres y padres Venezolanos, costeó los estudios de muchos de esos que siguen clamando por su destrucción absoluta, parecen haber olvidado que con el ingreso petrolero se les cancela los salarios a los docentes, salarios que hoy están en las mismas tristes condiciones que PDVSA, también olvidaron que muchas de las universidades del país fueron construidas con dinero del petróleo, esas universidades que le permitieron a los que provenimos de sectores populares, obtener un título universitario por la gratuidad de la educación.

Paradójicamente, quienes protestamos las sanciones a la industria petrolera para que las futuras generaciones tengan al menos las mismas oportunidades que tuvimos, y hasta más, somos acusados de traidores por quienes, al igual que nosotros desean un cambio; la verdadera traición a las futuras generaciones de nuestra patria está en apostar al quiebre del principal motor de la educación pública, y en esa no nos anotamos; no será a la dirigencia de Soluciones para Venezuela a quien el juzgamiento de la historia encuentre culpable de liquidar el futuro de la actual juventud.

Nuestro deseo de cambio es indiscutible y firme, cómo lo es también nuestro espíritu nacionalista, por ello siempre hemos confrontado electoralmente a quienes gobiernan, así como hemos protestado las sanciones, y seguiremos haciéndolo; denunciamos las arbitrarias Inhabilitaciones y también deploramos el lamentable clamor de un sector de la oposición para reactivar el bloqueo petrolero.

En este partido apostamos a la prosperidad de la familia Venezolana, al encuentro y la reconciliación, al respeto a los derechos ciudadanos y nuestra soberana autoderminacion como Nación.

Aquí hay una propuesta de cambio que quiere alimentar y hacer realidad los sueños y esperanzas del pueblo Venezolano.